El aserto es como un shock para muchos cuando vienen al despacho. Las personas que no tienen el hábito de tener un Abogado de referencia a quien consultar la trascendencia de sus asuntos, generalmente poseen en un concepto idealizado del Derecho. En cambio, cuando los clientes ya están habituados a consultar a su Abogado, suelen haber adquirido y desarrollado una mínima cultura de prevención legal. Y es que, por mucho que nos duela, nuestros derechos valen en tanto en cuanto podemos probar los hechos en los que se sustentan.
En relación a la Justicia con mayúsculas hay que ser idealista pero en relación a los procesos judiciales hay que tener menos expectativas. En este sentido, un prudente realismo aconseja que deba verse el Derecho menos con su vitola de Justicia y más como una herramienta a disposición de las partes para conseguir sus objetivos. La realidad concreta es que el juez construye la justicia del caso con las verdades suministradas por las partes más la que pueda adquirir por sí mismo en su margen de arbitrio y de práctica de prueba.
Todo lo cual no quita para que lo que anime a una parte a acudir al Supremo o al Constitucional a pesar de haber perdido en las instancias previas, sea un hondo sentido y fe en que se haga justicia. Gracias a ello, también tenemos Estado de Derecho, pero quienes acuden a los tribunales deben ser conscientes de que su percepción de la realidad no siempre es tan evidente desde un punto de vista jurídico.